miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mil y una palabras - Capítulo 11º

Al tocar el timbre, la gente empezó a conglomerarse a las puertas. Según las abrieron, entraron en estampida como las señoras que están a las puertas de los centros comerciales a la espera de las rebajas. Cuando entré, comprobé que era tan amplio como por fuera parecía, e incluso más grande. El vestíbulo estaba formado con taquillas por todas las paredes de la planta baja, y enfrente una anchas escaleras con otras dos auxiliares perpendiculares a la primera. La gente subía por ellas, y mientras yo seguía mirando perplejo hacia todas las direcciones, unas pequeñas manos tomaron las mías.
- Vamos tontorrón, como si nunca hubieras estado en un instituto. Vale que el tuyo sea pequeño, pero sigue siendo un instituto.
Me llevo todo el camino cogido de las manos hasta nuestra clase. Todos tenían ya un asiento asignado excepto nosotros, y solo quedaban dos libres: el que estaba delante de la mesa del profesor y el de atrás.
- Puf..... Yai, los peores sitios –dijo con voz de suplició, a la que correspondió luego una de diversión- ¡Me pido la mesa en primera línea de fuegoooo!
Entonces ella se empezó a reír, y cuando acaba. En ese instante entra un profesor, se sitúa enfrente mi mesa y se aclara la voz. Al ver que eso no surgía efecto para atraer su atención habló directamente.
- ¡Buenos días alumnos! – la gente seguía hablando, pero a los pocos segundos hubo un silencio sepulcral.
-¡Buenos días señor profesor!- dijo poniendo voz de pito.
Nadie le rió la gracia
- Bueno muchachos, ya veo que os contaron los de 2º de Bachiller los que le paso conmigo en mi asignatura, ¿o me equivoco? Eso pasa por estar todo el rato dando la “tabarra” como vosotros decís en vez de estar en clase atendiendo, o estar a vuestra bola pareciendo que estudiáis. Yo prometo ser generosos con vosotros si vosotros os comportáis conmigo como debe ser, ¿de acuerdo?- Nadie dijo nada- Bueno, vamos a pasar lista para saber quiénes somos aunque conozco a la inmensa mayoría. Vayamos: Frank, Julie,  Carla, Juan… ¿Ryan? ¡¿Ryan!?
- ¿¡QUÉ!?- respondió un chico un par de años mayores que nosotros, de pelo medio largo castaño y de ojos verdes.
- Bueno, con un “presente” me valía, pero ya nos conocemos. A lo que iba, Lucas, ¿Lucas Swift?
- Yo
- Eres nuevo en este centro si no me equivoco Lucas, ¿es cierto?
La clase transcurrió con normalidad. Yo estuve más pendiente de la colocación de mis nuevos compañeros que las reglas que explicaba el profesor. Al fondo se encontraba Cleo con tres chicos más, los cuales les vi antes en el patio. Clara se encuentra con otra del mismo estilo suyo en un lado, y Lucky, solitaria en una esquina, mirando por la ventana. Al terminar la clase me llama el profesor.
- Oye, Lucas, ¿podrías pasar por mi despacho?

1 comentario:

Pequeñas ilusiones(L) dijo...

Guau!!, acabo de leerme tu historia en un segundo, está realmente bien hecha, si quieres pásate por mi blog: http://peque-vueltasdeazar.blogspot.com/ y si te gusta me sigues, yo ya te sigo.
Un beso!