-¿Se puede? –preguntó una voz consoladora al otro lado de la puerta.
No hubo respuesta de nadie, por lo que decidió entrar. Aquello podía ser el mismísimo fin del mundo: fotos rotas a mil cachitos esparcidas por el suelo, un colgante y un brazalete tirados en una esquina de la habitación, unos guantes de boxeos colocados de mala manera en el comodín y ella, llorando, sentada y acurrucada, agarrada a su peluche de osito. Típico de ella cuando se siente sola. Me quedo apoyado en el marco de la puerta escuchando como sollozaba en silencio en la cama, de cara a la pared, como si así nadie le pudiera ver u oír.
-¿Vaya revuelo has montado no? Yo sabía que eras así, pero no tanto-sonrío, como si ella la pudiera ver.
-Pues si no lo sabías, ya lo sabes-contestó de manera entrecortada, aunque de manera más agresiva preguntó- ¿Y tú qué demonios haces aquí sí se puede saber?
-Te vi por la calle que ibas toda enrabietada hacia algún lugar, asique decidí seguirte, lo tendrías que saber perfectamente Yai, soy “Míster Preocupaciones” ¿recuerdas? Además, has dejado todas las puertas abiertas, si llega a entrar un ladrón y encuentra una dama indefensa como tú ¿Qué pasaría?- decía mientras se acercaba a la cama- No me lo perdonaría.
Yai soltó una leve risa, y poco a poco dejaba de llorar y de apretar como apretaba a su osito, ¡pobre de él!-pensé- porque es un peluche, que sino, cuantas veces lo habría mandado al otro barrio con sus penas y alegrías de su mano. Pasados unos minutos sin conversación y sin tanta presión en el ambiente, por fin decidió hablar.
-Muchas gracias… siempre que me pasa algo estás aquí, no necesito contarte nada ni mirarte siquiera para que sepas que me pasa algo, sinceramente, gracias Lucas- cuando terminó estas palabras, alzo la cabeza y la giro hacia él mientras esbozaba una enorme sonrisa.
-De nada, ¿qué menos podría hacer con la chica que me acogió en su grupo de amigos aun así sabiendo que era nuevo? ¿Qué otra cosa podría hacer por esa chica que me ha hecho tantas horas insufribles?-entonces los dos se rieron-¿Qué tendría que hacer para compensarte todo lo que has hecho por mí?
-Nada, ya lo haces cada día escuchando mis ralladas, mis problemas y mis preocupaciones, ¡incluso cuando estoy de mala ostia! Que hoy no me aguanto ni yo, pero tu si, a ti te tendría que dar las….
No pudo acabar las palabras, porque entonces encontró un obstáculo que se lo impedía: sus labios. Poco a poco les fue cerrando, pero justo en el instante que los cerro, los labios de Lucas se separaron. Dijo algo en voz baja que Yaiza no alcanzó a oír y salió de la habitación, de su casa. Ella, aún perpleja y con una sensación extraña en el cuerpo, le sigue, intentando no perderlo de vista y poder hablar con él.
Entonces la habitación quedo vacía, con los papeles del suelo revoloteando por ahí debido a la salida estrepitosa de ambos, como si se trataran de hojas cayéndose de la copa que le vio nacer, y ahora morir. El osito quedó en la cama, con alguna lágrima presente de su propietaria.
Todos os estaréis preguntando: ¿Qué habrá pasado entre estos dos muchachos para que tenga lugar una situación como esta? Y más importante todavía, ¿Qué pasará, Yaiza encontrará a Lucas o no? Sin lugar a duda, estamos ante una entrañable y emocionante historia de la que desconocéis vosotros, pero no os preocupéis, os contaré toda la historia, sin falta de detalles y sin lagunas, pues para eso estoy, para contároslo todo detenidamente y detalladamente, ¿o me equivoco? Pues aquí empieza la historia: “Todo empezó en un frío y lluvioso otoño de hace dos años en un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad…”
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Una nueva historia, pues pienso que la otra no os gusta mucha,pero he decidido dar un giro a lo que los lectores buscan realmente. La otra historia la acabaré paralelamente al desarrollo de la nueva historia. Espero que os guste.
Fdo: Sr.Scott.
2 comentarios:
Ahhh!! me encnta jaja ya l sbes! es geniaaaaaaaaaaaaaal ;)
Gracias :)
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