Una vez que llegaron a casa, prepararon la cena y empezaron a hablar sobre la casa, el barrio, y sobre el tema que iba a querer su madre tratar: Yaiza.
- ¿A qué es maja la chica?- le pregunto su madre con una sonrisa pícara en la cara- Es incluso más guapa que cuando me la presento, esa melena oscura como el ébano, esos ojos…
Ella seguía describiendo mientras yo mantenía la vista clavada en el plato, dando vueltas con el tenedor a un trozo de patata. Entonces escuchó a su madre decir algo de él.
-¿O no Lucas?
- Emmmm…. No sé, ¿Qué decías?
- Que encaja esa chica muy bien contigo, tu alto, fuerte, protector…
- Deja de describirme como si fuera el Kent de las Barbies, ¡por favor mamá!- dijo con cara de mala leche pero riéndose.
- ¿O no te gustaría tener una novia como esa?- entonces le guiña un ojo.
- ¿Pues sabes qué? Me voy a ir a la cama y te vas a quedar con la duda- le decía mientras le daba un beso en la mejilla y de devolvía el guiño.
La tarde del sábado pasó a recogerla, como no habían acordado ninguna hora, paso a las cuatro y treinta y siete. Llamó al timbre y le abrió la puerta Yaiza.
- ¡Ups, Lucas, ya estás aquí! Y yo sin prepararme, si es que como soy. Había quedado contigo y yo sin vestirme, ¡que pensarás de mí!- le decía mientras se colocaba un poco el pelo.
- No, no pasa nada. Puedo esperar aquí si quieres… -dije con vergüenza.
- ¡No hombre, pasa! Entra y pasa al salón- se apartó un poco para que pudiera pasar, mientras no despegaba sus pupilas de las mías. Mientras tanto subo a cambiarme, dame 5 min.
Entonces la veo subir por la escalera. Iba con unos culottes negros, y con una camiseta y calcetines tobilleros morados. Me siento en el sofá, mientras tanto, miro a mi alrededor. No había ninguna foto, solo cuadros pintados, y por lo que parecía, por su madre, ya que todos tenían su firma. Cuando miro a la mesita encontró el cuaderno en el que Yaiza había dibujado el día anterior. Fue mirando dibujo por dibujo: Un paisaje, una apuesta de sol, una concha… Entonces llego a la última página y encontró lo que buscaba. Una pareja, de espaldas y el hombre pasando el brazo por el hombro de la mujer. Entonces se dio cuenta que había dos flechas, cada una señalando a cada individuo de la escena. En la de ella ponía “Yaiza” mientras que en el otro ponía “…”
- Bueno, ¿vamos pues?- dijo Yaiza que se encontraba a mi espalda.
- Uf… Yaiza, no me pegues esos sustos- contesté entre asustado y conmocionado- Si, vayamos. ¿Por dónde vamos a ir?
- Vamos a conocer el centro de la ciudad, y de paso, a ver dónde está nuestro instituto, porque tú vas al mismo que yo, ¿Lo sabías?
- No, fíjate, no me había preocupado todavía por saber cuál era mi instituto- dije con cierto disimulo, aunque si lo sabía.
Entonces salimos de su casa y emprendimos aquel paseo que acordamos ella y yo.