Un teléfono suena encima de un escritorio, en el fondo de una habitación oscura, y aunque tiene grandes ventanales, en la calle solo se ve oscuridad. De nuevo empieza a sonar. Alguien lo descuelga:
-¿Si? - contestó una voz grave e imponente.
- Sr... ponga las noticias...las noticias del canal 81... y mire lo que.....
Colgó.Se separo de la mesa y fue hacia el televisor, a unos pasos de él y la encendió, volvió al escritorio y buscó el canal.
-Después de lo sucedido el pasado martes, 4 días después-relataba el presentador-, vuelven a aparecer más grupos de rebeldes con ropa de color, bailando, expresando sentimientos, pero han sido acometidos y reducidos. Ahora nos preguntamos, ¿hasta cuándo durará estas revueltas? ¿Qué hará el Estado respecto a estas revueltas? Esto es el Canal 81. Buenos días
Desconectó la televisión y se sentó en el sillón. Empezó a girarlo hasta quedar enfrente de los ventanales, y mientras contemplaba el cielo,daba un puñetazo en el apoya brazos.
*****
Entre en un bar y me senté en una mesa situada al lado de la ventana, aunque para ver el paisaje de todos los días... daba igual, tenía algo especial aquel lugar. Pedí un café cogí el periódico y me senté. Puse a leer atentamente el periódico, aunque todas los titulares eran de lo mismo: "¿Qué hará el Estado al respecto?", "Ya no son solo los jóvenes los que arman escándalo... ", "Treinta y cinco detenidos en 2 días de caos", y muchas otras cosas. Me tome el café de dos tragos, pagué y salí. Cuando salí del local,aparecieron varios rebeldes perseguidos por un nutrido grupo de policías. De repente, cuando me alcanzaron el grupo de rebeldes me cogieron por un brazo y me forzaron a correr con ellos, pero no quería verme involucrado y le dije:
-¡Oye, dejarme,tengo mi vida, mi trabajo, mi hogar, ahora no quiero perderlo todo por esta acción sin salida!
- ¡Mira hacia atrás y dime si quieres venir corriendo con nosotros o no! - me respondió una mujer.
Entonces, sin parar, mire donde me dijo, y solo veía que cada vez venían mas agentes, y muchos de ellos detenían a simples peatones, metiéndoles en coches y en furgones.
Seguí corriendo a lo largo de una interminable hora, donde, poco a poco, los que me acompañaban iban separándose en grupos más pequeños, hasta que llegamos a una fábrica, en la cuál nos refugiamos.Todos, incluso el Sr. Opresión estábamos demasiado ocupados como para darnos cuenta, en el cielo se abrían tenues y pequeños claros...