domingo, 9 de octubre de 2011

Toda opresión siempre tiene una sublevación...(3ª Parte)

Una vez llegados a la fábrica, derruida, entramos. Al oír el estremecedor chirrido de los oxidados goznes de la puerta,. Pensaba que lo que había en su interior sería igual o incluso peor de lo que observé desde fuera, pero fue todo lo contrario. Al entrar, me encontré abordado por el gentío, la cantidad de movimiento que aquel espacio cerrado albergaba. Las paredes estaban reconstruidas y puntadas, las lámparas reparadas y las vigas con muestra de haber sido restauradas. Luego esa inmersa superficie, ocupada por mesas redondas, reflejando la igualdad entre individuos con seis sillas en cada una y, al fondo, se podía ver un improvisado pero inmenso entablado.
*****
-Señor, no hemos encontrado a los rebeldes….
-¡Pues salid a la calle y no paréis hasta encontrarlos!
-Si, señor.

Bajo lentamente el brazo hasta colgar el teléfono. De repente, entro un agente en la sala, pero no dijo nada. Sr. Opresión levantó su mirada y se encamino hacia él, en lo que, por acto reflejo, el policía dio un paso atrás y dijo:
-Señor….esto…esto…- balbuceaba el agente, sin saber que decir.
-¡Hablad, o te prometo que lo lamentarás si no haces lo que te digo! –contestó bruscamente.
-Hay una revuelta señor.
 Hubo un corto pero incómodo silencio.
-¿Y qué me quieres decir con ello? Erradícala, como otras ocasiones. –respondió, irritado, mientras le empezaba a dar la espalda.
-Pero Señor, son miles de personas, y…-dudó en comentárselo, pero trago saliva y reanudó su informe- y se dirigen hacia aquí mi Señor, ya hemos dispuesto las prevenciones necesarias.
El Sr. Opresión se paró en seco, metió las manos en los bolsillos y le ordeno que se retirara. Saco el reloj de bolsillo y miró la hora, y de repente, estampó contra la pared. La esfera se quebró, las manecillas se pararon y la tapa se separo del reloj, donde se podía leer: “El tiempo se te ha acabado, solo podías retrasar lo inevitable, pero siempre llegará ese momento

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