Desesperación.

Los nervios a flor de piel, la conciencia al borde de lo irracional donde la prisión parece ser lo más. Pecho ahondado, desinflado, como si de un globo se tratará. Quiero que por una vez, se hinche, o que explote, directamente, pues este estado es agobiante incluso para el más paciente y sosegado.

Tic tac tic tac... es lo único que me sabe decir el reloj cuando lo único que le reclamo es una simple respuesta, un sí o un no. A otros pregunto y me dicen que no me preocupe, que pasará. Se lo pregunto por último lugar al viento, pero lo solamente arrastra las palabras en dirección contraria a las expulsadas por mis heridos labios.

"Alea iacta est"

Julio César.